Un ocho mil
solitario, aislado del resto de montañas, donde la nieve es parte inseparable
de su paisaje. Hablamos del Nanga Parbat,
que traducido del urdu (lengua hablada en Pakistán e India) y el hindi (uno de los dos idiomas oficiales de la India) sería montaña desnuda. Así se le llama por ser una formación montañosa sin cumbres alrededor. El Nanga Parbat es el protagonista de hoy en nuestra
sección Los Techos del Mundo, que
habíamos dejado hablando del temible Annapurna. Hoy le toca el turno al Nanga
Parbat, la novena montaña más alta del mundo y la segunda más alta de
Pakistán.
El Nanga Parbat tiene 8.125 m. y se sitúa en la región de Gilgit-Baltistán,
en Pakistán, lo cual lo convierte en el más occidental de todos los ocho miles.
Su cara sur (llamada Cara Rupal), con
casi 4.600 m. de desnivel, es la pared
de roca más grande del mundo. El hecho de estar aislada provoca que el
Nanga Parbat, con sus nieves instaladas
de forma permanente, sea una montaña difícil
de escalar y peligrosa. Varios escaladores perdieron la vida al intentar
hacer cumbre en ella; especialmente trágica fue una expedición alemana de 1937 que fue sorprendida por un alud.
Murieron los 16 miembros de la expedición.
Cuando en 1953 el
montañero austríaco Hermann Buhl
emprendió el proyecto de alcanzar la cima del Nanga Parbat poco podría imaginar
lo trágica que sería su conquista. Buhl hizo cima, pero fue el único que lo logró de la expedición, donde estaba su propio
hermano, que dejó la vida en el intento.
Después, Buhl perdió un crampón al descender y la noche lo sorprendió en una
cornisa, donde tuvo que sujetarse a un
agarre como pudo y dormitar cuando le fue posible, manteniendo el
equilibrio. Milagrosamente Buhl pudo regresar con vida, convirtiéndose en el único alpinista en hacer cima en un ocho
mil en solitario y sin oxígeno.
Foto 1: Atif Gulzar
Foto
2: Daniel Martin
Ufff... Hay que tener agallas. Son auténticos super hombres o locos por un sueño que muchas veces pagan con su vida. Es un verdadero milagro que sobrevivan en esas condiciones tan extremas. Luego les quedará el sabor agridulce de la victoria, él al menos lo pudo contar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ya, yo me imagino al pobre Hermann Buhl tratando de pasar la noche sujetado a un agarre y sabiendo que su hermano había perdido la vida y parece increíble que se pueda salir de esa. Pero son superhombres, como tú dices. Gracias por comentar, Laura, un abrazo!
ResponderEliminarPoder pisar la cima de una de las montañas más altas del mundo, tras fatigosas caminatas, frío intenso y helador, casi sin oxígeno nos parece casi una locura, un riesgo innecesario de perder la vida que otros aventureros ansían con cada bocanada de aire que llega a sus pulmones, en medio del viento abrasador de las cumbres nevadas. Lo que unos no entendemos, otros lo toman como un reto personal, una lucha contra sí mismos y contra la naturaleza, un desafío posible.
ResponderEliminarUn saludo
Supongo que para poder entender cuál es la recompensa de semejante desafío hay que nacer con ello en las venas y llevar la montaña en el corazón, si no es muy difícil explicarse por qué se arriesga la vida por llegar tan alto. Un abrazo, Carmen!
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