Isabel García y Roberto Rodrigo son dos montañeros y amigos de MUND que han
recorrido medio mundo en busca de montañas y aventuras. Este verano estuvieron en la Cordillera de los Andes,
en Argentina, escalando las cumbres más altas de la provincia de Salta. Lo hicieron junto a un amigo alpinista, David González. Compartimos con
vosotros su crónica de este apasionante
viaje, que les llevó a conocer lugares
sagrados y ancestrales de la cultura inca.
Durante un
mes Isabel, Roberto y David estuvieron explorando las montañas de la provincia
de Salta, lugar fronterizo con el desierto de Atacama (Chile). “Teníamos
preparado un viaje a Tadzhikistán y a última hora nos enteramos que la compañía
aérea había cancelado uno de los tramos del vuelo. Intentamos solucionarlo pero
no hubo manera de que nos encontraran otro vuelo. Finalmente cambiamos el
destino por Salta, una provincia al noroeste de Argentina de la que no teníamos
excesiva información pero sabíamos que tenía montañas muy atractivas, como el
Llullaillaco, un volcán de 6.739 m. donde hace unos años se encontraron tres
momias incas”, nos cuenta Rober.
“Cumplimos con el objetivo. Además del
LLullaillaco ascendimos el Cerro Chañi, de 5.896 m. para aclimatar, y el Quehuar,
un volcán de 6.200 m. para aclimatar que también es sagrado, pues en él se
encontraron restos humanos de sacrificios incas.
Nos hubiera gustado subir
alguna montaña más, pero allí es difícil hacerlo, pues las cumbres se
encuentran alejadas de la civilización. A nosotros cada montaña desde la ciudad
de Salta a la cumbre nos costó hacerla entre 5 y 7 días, contando con la
vuelta.”.
Muy buenas
sensaciones
Cuando le
preguntamos a Rober por su balance personal del viaje nos habla de muy buenas sensaciones: “en
las montañas apenas vimos a gente. Son montañas muy diferentes a las que
solemos escalar aquí, con mucho viento, mucho frío pero poca nieve, lo cual resulta
curioso. Las quebradas es lo que más nos ha sorprendido: son como barrancos muy
cerrados, sin vegetación y con mucho colorido. Hemos visto montañas con tonos
verdes, cobrizos, del color del azufre… Un paisaje espectacular.”
David
también hace una valoración muy positiva del viaje: “La experiencia ha sido
excepcional. Fueron tres montañas preciosas y completamente diferentes entre
sí, pero si me tengo que quedar con una de las tres esa sería el Llullaillaco.
Por su altura, por su paisaje invernal, por su inaccesibilidad, por esa
sensación de aislamiento total que transmitía, por toda la historia
inca relacionada con la montaña… Y además porque he ido con dos personas
con las que es todo un lujo viajar. Sin duda recomendaría a cualquiera esta
expedición”. Nosotros ponemos aquí el punto y final a la crónica de
esta interesante aventura.
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