lunes, 15 de septiembre de 2014

Excursión a los Andes,
lugar de montañas sagradas

Isabel García y Roberto Rodrigo son dos montañeros y amigos de MUND que han recorrido medio mundo en busca de montañas y aventuras. Este verano estuvieron en la Cordillera de los Andes, en Argentina, escalando las cumbres más altas de la provincia de Salta. Lo hicieron junto a un amigo alpinista, David González. Compartimos con vosotros su crónica de este apasionante viaje, que les llevó a conocer lugares sagrados y ancestrales de la cultura inca.

Tras los rastros de la civilización inca

Durante un mes Isabel, Roberto y David estuvieron explorando las montañas de la provincia de Salta, lugar fronterizo con el desierto de Atacama (Chile). “Teníamos preparado un viaje a Tadzhikistán y a última hora nos enteramos que la compañía aérea había cancelado uno de los tramos del vuelo. Intentamos solucionarlo pero no hubo manera de que nos encontraran otro vuelo. Finalmente cambiamos el destino por Salta, una provincia al noroeste de Argentina de la que no teníamos excesiva información pero sabíamos que tenía montañas muy atractivas, como el Llullaillaco, un volcán de 6.739 m. donde hace unos años se encontraron tres momias incas”, nos cuenta Rober.


“Cumplimos con el objetivo. Además del LLullaillaco ascendimos el Cerro Chañi, de 5.896 m. para aclimatar, y el Quehuar, un volcán de 6.200 m. para aclimatar que también es sagrado, pues en él se encontraron restos humanos de sacrificios incas. 


Nos hubiera gustado subir alguna montaña más, pero allí es difícil hacerlo, pues las cumbres se encuentran alejadas de la civilización. A nosotros cada montaña desde la ciudad de Salta a la cumbre nos costó hacerla entre 5 y 7 días, contando con la vuelta.”.

Muy buenas sensaciones

Cuando le preguntamos a Rober por su balance personal del viaje  nos habla de muy buenas sensaciones: “en las montañas apenas vimos a gente. Son montañas muy diferentes a las que solemos escalar aquí, con mucho viento, mucho frío pero poca nieve, lo cual resulta curioso. Las quebradas es lo que más nos ha sorprendido: son como barrancos muy cerrados, sin vegetación y con mucho colorido. Hemos visto montañas con tonos verdes, cobrizos, del color del azufre… Un paisaje espectacular.”  

David también hace una valoración muy positiva del viaje: “La experiencia ha sido excepcional. Fueron tres montañas preciosas y completamente diferentes entre sí, pero si me tengo que quedar con una de las tres esa sería el Llullaillaco. Por su altura, por su paisaje invernal, por su inaccesibilidad, por esa sensación de aislamiento total que transmitía, por toda la historia inca relacionada con la montaña… Y además porque he ido con dos personas con las que es todo un lujo viajar. Sin duda recomendaría a cualquiera esta expedición”. Nosotros ponemos aquí el punto y final a la crónica de esta interesante aventura.


 

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